Esta técnica es relativamente reciente y debido a que presenta una mayor complejidad quirúrgica a la hora de encontrar un anclaje primario y cerrar la herida, debe ser realizar por un profesional altamente cualificado, a ser posible un cirujano maxilofacial.

En una primera visita, el paciente es sometido a una serie de pruebas diagnósticas incluyendo ortopantomografía y TAC 3D, con el fin de determinar el tipo de implante, su posición y el diseño de la corona para que se adapte posteriormente con total exactitud a su anatomía bucal, sustituyendo a la pieza dental a extraer.

Ya con la planificación quirúrgica, en la segunda visita se lleva a cabo la extracción de las piezas irrecuperables y la colocación de los implantes post-extracción. Todo el proceso dura apenas unos minutos con anestesia local, siendo totalmente indoloro para el paciente. En el mismo se procede a extraer las piezas dentales irrecuperables, y aprovechando la posición en la que estaba la raíz del diente original, anclar el implante. Unas horas más tarde, pero siempre ese mismo día, se coloca una prótesis fija provisional sobre el implante, devolviéndole la funcionalidad de la boca y manteniendo o incluso mejorando su estética en caso de sustituirse dientes en muy mal estado.

Pasada una semana se procede a retirar los puntos de sutura, y a los 3-4 meses de la intervención y una vez el implante está correctamente osteointegrado (integrado al hueso del paciente), se sustituye la prótesis provisional por una definitiva.

Los implantes inmediatos post-extracción no requieren de ningún tipo de postoperatorio, es indolora y permite al paciente una reincorporación inmediata a su vida normal. Únicamente se recomienda, durante el tiempo en que lleve la prótesis provisional, que no coma alimentos extremadamente duros hasta la colocación de la prótesis definitiva.